No hace muchos días ha venido a hacerme una visita uno de mis amigos del colegio que hace ya tiempo que no vive en la ciudad en la que crecimos. El problema es que siempre que viene a nuestra ciudad no le gusta venir en coche porque dice que le estresa mucho y que la gente no deja de tocar las bocinas de los coches, así que viene desde casa de su madre en barco desde el otro lado de la ría y no me queda más remedio que tener que ir a buscarlo. No me importa tener que ir a buscarlo ya que somos amigos desde que tenemos tres años y tengo mucha confianza con él y su familia que también me conocen desde que era un niño.
Ese día fue como si volviésemos a ser adolescentes, ya que conseguimos juntar a la pandilla que teníamos cuando éramos jóvenes y lo pasamos muy bien, fue como si el tiempo no hubiese pasado.
Por desgracia al final el día terminó y tuve que llevarle de vuelta al puerto para que cogiese el barco a cangas desde vigo y he de reconocer que me entristeció bastante, porque no sé cuando volveré a ver a mi amigo, ya que vive en un pueblo pequeño en las montañas y solo me cuesta mucho ir hasta allí. Antes teníamos otro amigo en común que era él el que me arrastraba hasta el pueblo de nuestro amigo, pero por desgracia él también tuvo que irse a vivir a otra ciudad por motivos laborales y desde que este amigo se mudó no he vuelto al pueblo, y eso que tengo donde dormir siempre que quiera, pero ir solo hasta allí me echa un poco para atrás.
Tengo suerte de que el pueblo de mi amigo queda muy cerca de la única estación de esquí que hay en nuestra comunidad, por lo que tener el aliciente de poder ir a esquiar me puede motivar para ir a recoger a mi amigo e ir a pasar el día los dos esquiando, pero hay que ver qué pasa.