Hace unos meses tomé una decisión que llevaba tiempo rondando mi cabeza: inscribirme en un curso online data analytics. Siempre me había atraído el mundo de los datos, pero lo veía como algo demasiado técnico, reservado solo para matemáticos o ingenieros. Sin embargo, la curiosidad pudo más que el miedo, y me lancé a esta aventura con la esperanza de abrir nuevas oportunidades profesionales y, por qué no, también personales.
El comienzo no fue fácil. El curso empezaba con conceptos básicos de estadística, programación en Python y manejo de bases de datos. Me sentía un poco perdido, como si me hablaran en un idioma desconocido. Pero lo bueno de aprender online es que podía pausar las clases, volver a ver los vídeos y avanzar a mi propio ritmo. Poco a poco, los términos que antes me parecían lejanos —como SQL, visualización de datos o machine learning— empezaron a tener sentido.
Lo que más me sorprendió fue darme cuenta de la cantidad de datos que nos rodean en el día a día y cómo, si sabemos interpretarlos, podemos tomar decisiones mucho más informadas. En uno de los proyectos prácticos, por ejemplo, tuve que analizar un conjunto de datos de ventas y crear un dashboard interactivo. Ver cómo de una simple tabla de números podía construir gráficos claros y útiles fue una sensación de logro enorme.
Además, el curso no solo me enseñó herramientas técnicas. También aprendí a desarrollar una mentalidad analítica: a cuestionar, a buscar patrones, a entender que detrás de cada número hay una historia que contar. Esa parte humana del análisis de datos me atrapó por completo.
Hubo momentos de frustración, claro está. Algoritmos que no funcionaban, líneas de código que parecían imposibles de corregir, horas frente a la pantalla buscando un error mínimo. Pero esas dificultades se transformaron en pequeñas victorias cuando finalmente encontraba la solución.
Hoy, al mirar atrás, me siento orgulloso de haber completado este curso online de Data Analytics. No solo me ha dado nuevas competencias, sino también confianza en mí mismo y la motivación para seguir aprendiendo. Ahora sé que los datos no son un muro inaccesible, sino un puente hacia un futuro lleno de posibilidades. Y lo mejor es que este camino apenas comienza.