Cuantas veces nos hemos levantado con el ánimo bajo y hemos dicho que nos sentimos un poco “depres”. Sin embargo, tristeza y depresión no son la misma cosa. Es normal tener días bajos de ánimo, incluso algunas pequeñas temporadas en las que estamos cansados o tristes por algunas cosas. También podemos sentirnos así porque ha ocurrido algo que nos causa esa sensación, como la muerte de un familiar. Pero no estaríamos hablando de una depresión por una sensación de tristeza temporal y normal.
Si se le pregunta a algún psicólogo especialista tratamientos de depresión Pontevedra te dirá que la tristeza es un estado de ánimo mientras que la depresión es un trastorno del estado de ánimo. Uno de los aspectos que la diferencian es precisamente, que la tristeza es algo temporal mientras que la depresión es algo crónico.
Mientras que alguien que siente tristeza continúa con su vida con normalidad, quién tiene depresión suele sentir que no tiene fuerza para continuar con su vida. Que no hay razones que hagan que merezca la pena sacar esas fuerzas que les faltan o, en ocasiones, que a nadie le va a importar que sigan o no luchando por continuar. Y es que en las depresiones más graves la persona puede llegar a desear morirse e incluso intentar acabar con su vida.
La depresión es algo muy serio y confundirla con la tristeza ocasional solo impide que la veamos como el problema de salud grave que realmente es. Quién la sufre debe acudir a un especialista para que le ayude. Normalmente, serán dos los que lo hagan: el psiquiatra y el psicólogo. El psiquiatra le ayudará con medicación y el psicólogo le dará pautas para poder continuar y salir adelante.
Algunas personas que sufren depresión no son conscientes de lo que les pasa. Se sienten muy mal y sin ganas de nada pero no le ponen un nombre a su problema, no son conscientes de estar enfermos e incluso se culpan por sentirse de esa manera. Son las personas que están a su alrededor las que, en muchos casos, detectan los cambios que se están produciendo en el individuo y le instan a que acuda a un profesional.
Es importante que sea un psicólogo o un psiquiatra quién atienda al enfermo ya que los amigos y familiares, por mucho que quieran, no cuentan con las herramientas para poder sacar del pozo a la persona enferma.